Escuchar a Waits mientras las cortinas galopan con el viento. Su primer café es a las doce del mediodía, y sin tostadas porque sólo queda en el frigo un trozo de queso de hace varios años. Qué más le da todo mientras quede vodka y café. Fue hijo bastardo, marido hipócrita y padre sin ejercer. Siempre ha estado buscando curro. No culpa a la vida, eso -piensa- es de cobardes. Aquí el que conduce es él y sin carné. Tiene la mirada muerta, como esas esculturas que una vez vio en Florencia. Porque viajó, recuerda que fue un humano más, y se portó como tal. Amó a una mujer, intentó hacerla feliz, siguió las reglas punto por punto. Pero algo en él se rompió en algún momento. Y agradece esa caída, como agradece estar en este cuarto, escuchando otra canción y mirando al viento… moverse.
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Texto de Natacha G. Mendoza y fotografía de Jordi Casasempere