La calidad de vida de las enfermeras y enfermeros de nuestro país ha empeorado significativamente durante la emergencia sanitaria motivada por la expansión de la Covid-19, ya que las duras condiciones laborales y profesionales que habitualmente sufren se han visto agravadas a la hora de atender y cuidar a las miles de personas afectadas por este problema de salud pública.

Así se concluye en el análisis que la empresa especializada en estudios online Sondea ha realizado para el Sindicato de Enfermería, SATSE, tras realizar una encuesta a finales de mayo y principios de junio a un total de 8.218 enfermeras y enfermeros del conjunto del Estado sobre su situación y condiciones de trabajo en la actual crisis sanitaria de la Covid-19.

En concreto, la calidad de vida percibida por las enfermeras y enfermeros encuestados desciende en 2,45 puntos de media si se compara con la situación anterior a la crisis sanitaria motivada por la expansión de la Covid-19 en nuestro país, pasando a menos de un aprobado (4,80 puntos sobre 10).

Si antes de la emergencia sanitaria las condiciones laborales del conjunto de enfermeras y enfermeros de nuestro país no eran buenas, afirma SATSE, el estudio constata que han ido a peor a lo largo de las semanas en las que han tenido que enfrentarse al coronavirus en sus respectivos lugares de trabajo, ya sea en centros sanitarios, como hospitales o centros de salud, o sociosanitarios, como residencias de mayores, entre otros.

En concreto, el análisis realizado por la empresa Sondea concluye que se ha incrementado el porcentaje de enfermeras y enfermeros que puntúan su calidad de vida actual con la menor calificación (de 0 a 4), pasando del 8,06 por ciento al 41,60 por ciento.

Otro de los resultados del análisis realizado por la empresa Sondea se refiere a los problemas que han tenido para conciliar su vida laboral con la personal, y concluye que solamente a un 17,53 por ciento del 55,04 por ciento de enfermeras/os con personas a su cargo, se les ha facilitado el cambio de turno para la conciliación, mientras que, por el contrario, a un 35,08 por ciento no se le ha facilitado, y un 2,44 por ciento ha tenido que ampliar su reducción de jornada.

Asimismo, del 54,38 por ciento de enfermeras y enfermeros consultadas que tienen hijos o hijas, el 15,73 por ciento señala que han encontrado dificultades para contratar a personas que cuidasen de ellos y ellas cuando tenían que irse a trabajar durante la pandemia del coronavirus.

De otro lado, durante estas semanas de emergencia sanitaria la mayoría de las personas encuestadas se han tenido que alojar en su domicilio habitual (94,90 por ciento), adoptando las medidas de seguridad necesarias para proteger a su familia; un 3,40 por ciento han podido hacerlo en una segunda residencia o vivienda vacía de un familiar y cerca del uno por ciento se han visto obligadas a pagar el hotel/ apartamento en el que se alojaron.

Según SATSE, todos estos nuevos datos ponen en evidencia la grave repercusión que ha tenido en la vida personal y familiar de las enfermeras y enfermeros el tener que enfrentarse a una crisis de salud pública sin precedentes en nuestra historia reciente, haciéndolo, además, en muchos casos, sin los recursos y medios de protección necesarios, como también concluye el estudio realizado por Sondea.